Propaganda estadisticas y realidades

Ágora UCM Senior

 

El comentario provocador

 

 

 

Propaganda, estadísticas y realidades

 

Ayer, había “brotes verdes”. Hoy, “ya se ve la salida del túnel” y hay alborozo por algunos indicadores económicos. Sin embargo, como diría Forges: “si todo va tan bien por qué todo está tan mal”. Platón y Aristóteles, desde el mundo ideal uno y desde el realismo otro, dirían que el problema es de “entes” mediocres enredados en el arte del ‘sofismo’. Probablemente, Aristóteles añadiría: “sustancias” defectuosas, más preocupadas por la retórica del convencer que en resolver los problemas reales que afectan a las gentes de la ‘polis’. Retórica engañosa e interesada que se va instalando y que oculta realidades tremendas.

 

Ahora, un exlíder evoca su pasado diciendo que resistió como un jabato para que España no fuera intervenida, justificando así el grave error que cometió (para evitar la intervención) con algunas de sus medidas, especialmente la congelación de las pensiones y llevar a la Constitución el límite de déficit público. Otro líder, éste en activo, alardea de haber evitado el rescate gracias a su política económica (hablando de sacrificios en piel ajena, con la frialdad de un registrador de la propiedad). ¿Información y publicidad o propaganda basura? ¿Recetas universales inevitables o evitables? ¿Recuperación para quién?

 

Publicidad e información (veraz) no es lo mismo. Sin embargo no es fácil discernir. Las dos comparten que son formas de comunicación con el fin de dar a conocer algo, si bien la primera tiene como objetivo convencer (con finalidad comercial) y la segunda solo debería trasladar la desnuda descripción de los hechos (para formar opinión sobre asuntos económicos, sociales, jurídicos, culturales, políticos, etc).

 

Pues bien, cuando, para vender un producto (sea este comercial o político), la información publicitaria que se ofrece, en la mayoría de los casos, no se corresponde con sus propiedades (al omitir datos fundamentales), entonces, no estamos hablando de publicidad sino de propaganda engañosa. Publicidad ilícita. Igualmente, cuando la propaganda se confunde con información, estamos ante un problema de calidad democrática.

 

Eso es lo que está ocurriendo, tanto en el plano comercial, desde empresas con posiciones de dominio, como en el plano socioeconómico y político, dejando en auténtica indefensión tanto al ciudadano consumidor como al ciudadano medio, cada vez más consumido.

 

Quienes promueven recetas únicas y universales, con relatos de la inexcusable devaluación de las condiciones sociales y económicas –¡de los demás, claro!- (permitiéndose el lujo de decir que son las “recetas ideológicas que más progreso han traído a la humanidad”), no tienen ni alma ni decencia. Quienes defienden esos planteamientos, ignorando una realidad de sufrimientos, desesperación y pesimismo de muchas personas ante el futuro, como consecuencia de los destrozos del tsunami de la crisis y los efectos de las nuevas políticas, producen algo más que rubor, …producen indignación.

 

Es cierto que el pesimismo nunca ayuda a buscar salida a los problemas, pero el falso optimismo, la información no veraz e interesada y la deformación de la realidad, es un ilícito reprochable socialmente.

Un marciano que aterrizara en nuestro país se quedaría estupefacto. No entendería nada si escuchara decir a un Presidente de Gobierno que en Fukusima, tras el accidente nuclear, no hay porqué preocuparse, pues no hay problemas de radiación. Si oyera también a ciertos comunicadores que, con alborozo inigualable, hablan del gran milagro que se está produciendo, gracias a sus reformas, como: “estamos saliendo de la recesión”, “no se está destruyendo empleo”, sino al contrario; “los salarios no bajan” sino que están subiendo moderadamente; “las pensiones ya no van a sufrir más congelaciones”, etc, etc, etc…

 

Sin embargo, cualquier ciudadano, residente en este país, incluido el marciano, ve la diferencia entre lo que se dice y una realidad que ofrece una cara muy distinta: 12 millones de personas viven en el umbral de la pobreza y 3 millones en la pobreza severa; hay casi 6 millones de parados y la tasa de paro entre los jóvenes alcanza el 56,5%, 31,6 puntos porcentuales respecto a la media de la eurozona, y 1.800.000 hogares tienen a todos sus miembros en el paro; se ha incrementado la desigualdad, los ricos en España son más ricos y los pobres más pobres (INE e informe Cáritas); se reduce el gasto público en educación y en i+D+I; hay una fiebre por ver quién baja más los salarios a sus trabajadores…

 

Es evidente que el marciano, no entendería a los humanos y saldría corriendo. El común de los mortales, nacionales, tampoco lo entendemos, o sí; y no salimos corriendo porque no podemos. Pero, además de concernidos, es un insulto a la inteligencia algunos discursos, relatos y políticas.

 

¿Hay recuperación? ¿Quiénes se benefician? ¿Las élites? ¿Los mercados?. No deja de ser curioso, en la realidad que vivimos, como se cumple la máxima de las escuelas de negocio cuando dicen que las crisis no hay que verlas como un problema sino como oportunidades. Y tanto, hoy, con la crisis, los ricos se han hecho más ricos; y los demás más pobres. Es la ofensiva de quienes aprovechan las crisis para recuperar espacios. Es la ofensiva por imponer las leyes de mercado a costa de la justicia social. Es esa ideología que, según algunos o algunas, ha traído el mayor progreso a la humanidad. Manda h…, que diría el otro.

 

A estas alturas, y con el sufrimiento de muchas familias, basta ya de juegos de palabras y de engaños. El débil crecimiento, de acuerdo con las previsiones para el próximo año (desde el FMI hasta las del propio Gobierno) no es suficiente para proclamar el fin de la recesión, no es suficiente para atajar el principal problema de nuestra economía, el desempleo. No es moralmente aceptable utilizar propaganda engañosa, confundiendo el fin de la recesión técnica con la superación real de la crisis, la que viven las familias, los parados, los jóvenes sin empleo, los pensionistas… Es inaceptable esos discursos, preñados de doble lenguaje, eufemismos y equívocos, con frases hechas y huecas, buscando el autobombo, como: “lo peor ha pasado, lo mejor está por venir” (¡gracias a nosotros, claro!), al tiempo que se dice que, para consolidar esa situación (los sacrificios realizados están dando sus frutos), habrá que seguir haciendo más sacrificios (reformas estructurales, dicen; vamos, otra vuelta de tuerca a la reforma laboral). ¿Para quienes ha pasado lo peor? ¿a quiénes va a afectar los nuevos sacrificios?, ¡Uff!, recuerda la metáfora de la rana hervida.

 

Además, qué certidumbres pueden dar quienes no dicen la verdad, contradiciendo, si llega el caso, los datos reales. Es más, su nivel de reincidencia es tal que, para acomodar su verdad, son capaces de manipular burdamente los datos y las estadísticas. Dos ejemplos.

 

El Presidente del Gobierno llega a decir, contradiciendo las evidencias, que: “este año no se está destruyendo empleo gracias a la reforma laboral”. ¿Qué dirán las 497.000 personas que en los 12 últimos meses han perdido su empleo? Es el juego de retorcer las estadísticas comparando trimestres, en los últimos 12 meses hay 126.000 parados más. (Ver tabla al final)

 

Otro ejemplo, el de nuestro ínclito ministro de Hacienda que, para salir del atolladero, cuando dijo que los salarios estaban subiendo progresivamente, se apoyó, inicialmente, en la encuesta de salarios y, posteriormente, cambió de fuente y habló del registro de convenios, incluso llegó a decir que las estadísticas son interpretables.

 

Como diría cualquier economista, que sea experto en temas laborales, la estrambótica afirmación, el desconocimiento de los datos y decir que las estadísticas salariales son interpretables, es más que preocupante. La encuesta de salarios dejó de existir en 2001; la estadística de convenios colectivos da información sobre los salarios pactados en convenios colectivos que no coinciden normalmente con los salarios monetarios percibidos por los trabajadores. Cada encuesta informa de una cuestión determinada, y es la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL), que elabora el INE, la que realmente mide el coste salarial por trabajador. Y lo que dice esta encuesta (ETCL) es que el coste salarial por trabajador creció en 2010 el 0,9% y en 2011 el 1%, mientras que en 2012 bajó el 0,6% y en el primer trimestre de 2013 el 1,2%. Por tanto, los salarios brutos percibidos por los trabajadores sí están disminuyendo. Si, además les quitamos las cotizaciones sociales, retenciones de IRPF y el IPC, no sólo están bajando los salarios reales, están perdiendo mucho poder adquisitivo. Mientras, curiosamente, esa bajada en salarios no se traduce en bajadas de precios sino en márgenes y beneficios empresariales (también de acuerdo a las estadísticas fiables, no las interpretables).

 

Es decir, pese a lo que digan nuestros responsables políticos y económicos, ¡los salarios sí están bajando! Y en el último año se ha perdido empleo (ver tabla).

 

Desgraciadamente, no hay motivos para el autobombo en el terreno del empleo. La mejora del empleo (según la EPA) es tímida y estacional, con cifras desestacionalizadas, en tasa de variación intertrimestral el empleo no sube sino que baja y aumenta la precarización del empleo asalariado. Alarmante es, también, el descenso de la población activa durante 5 trimestres consecutivos (casi 400.000 personas). Es una guasa que la alcaldesa de Madrid celebre al fin de la huelga de basuras gracias a la reforma laboral, cuando, precisamente, es esa reforma laboral la que lo ha propiciado. Sin la reforma laboral, las empresas no hubieran pretendido poner en la calle a más de mil trabajadores (tiran precios para conseguir contratas y luego tiran a los trabajadores para sacar beneficios).

 

El fin (técnicamente) de la recesión no significa el fin de la crisis y la recuperación social. Todos los indicadores y todas las previsiones apuntan a que el crecimiento económico tardará años en generar empleo (los propios PGE de 2014 contemplan destrucción de empleo). Las mejoras en nuestro crecimiento no atemperarán los efectos de la crisis y las soluciones aplicadas en esa política de "austericicidio" que ha incrementado las desigualdades y la pobreza, y que se ha mostrado como un impedimento del crecimiento.

 

Una política de austeridad, más ideológica que basada en fundamentos económicos, que presta mucha atención al equilibrio presupuestario, recortes de gastos sociales y flexibilidad laboral, pero muy poca atención a la eficiencia empresarial y financiera, esa que ha sido rescatada y que no garantiza crédito para invertir (los mismos que piden se recorten los salarios, para ser competitivos, mientras ellos han ganado de media 1 millón de euros el año pasado). Una política de austeridad que la productividad la busca bajando salarios, y descuidando la formación y la I+D+i. Una política de austeridad que con la excusa del déficit o la insuficiencia de ingresos, baja las pensiones, recorta prestaciones y servicios, al tiempo que prometen bajar los impuestos (saliendo más beneficiados los que más tienen*) y transfiriendo recursos públicos al negocio privado. No es racionalidad económica, es otra cosa.

 

En definitiva, es una política de austeridad que esconde una agenda ideológica de corte liberal y de intereses económicos en un mundo de “poliarquía”, con centros de poder múltiples y diversos que transciende a los Estados nación. Son las imposiciones del capitalismo financiero y económico, cuyo eslogan pareciera ser: "trabajadores del mundo rendíos".

 

Una sociedad que se permite tener el paro que nosotros tenemos, una tasa de pobreza y exclusión social como tenemos, una juventud que tiene que emigrar o engrosar las cifras del 56,5% del paro, es una sociedad con la cohesión amenazada y que corre el riesgo de fracturarse.

 

En España, la desigualdad entre el 20% más rico y el 20% más pobre se ha incrementado en un 27,% desde 2008, frente a un 4,2% como media para los países del euro (Eurostat 2013). En España, la recaudación tributaria supone un 31,4% del PIB, en Francia es el 43,9%. En España la inversión en I+D se ha reducido un 40% entre 2009 y 2013, los jóvenes más brillantes están siendo expulsados de nuestro país. En España, el gasto en educación se sitúa en un 4,7% y con la reforma en curso se prevé que se reducirá a un 3,9% en 2015; mientras, en Dinamarca el gasto en educación alcanza el 7,8% del PIB y en Suecia un 7%.

 

Así, no se puede decir que vamos bien y que la política que se está haciendo es la garantía para sacar a España de la crisis ¿también a las personas? Es un insulto al sufrimiento y frustración de mucha gente. Un sufrimiento inaceptable para una sociedad democrática.

 

Y la culpa, no podemos equivocar el diagnóstico, no es de la política o de los políticos en general, aunque algunos de ellos estén contribuyendo y cuyos efectos se traducen en una desafección social que favorece posiciones populistas anunciando nuevos amaneceres, que más bien son noches oscuras. La responsabilidad es de un tipo de política y de algunos políticos que aplican determinadas políticas y que tienen comportamientos indeseados. Pero, sobre todo, es de un sistema que en su ceguera y egoísmo fiero en la consecución de sus intereses, pierde su rostro humano y provoca injusticias y desigualdades. Un sistema cuya cultura del individualismo egoísta (lo mío) ha calado.

Si hasta el Papa Francisco lo dice, al tachar al capitalismo de “nueva tiranía” y que el actual sistema económico es injusto y ‘mata’. Es la batalla histórica no resuelta entre libertad de mercado e igualdad y solidaridad. Sabiendo, como todos sabemos, que sin igualdad no hay libertad. Es, también, la ruptura de esos equilibrios.

 

La complejidad de un mundo interdependiente globalizado, con problemas cada vez más complejos, exige también respuestas complejas, siendo evidente que, las soluciones, implicarán cambios y transformaciones de acuerdo con las exigencias tecnológicas y económicas, pero también sociales y humanas. Unas exigencias en las que la eficiencia del orden productivo no puede llevar a tratar a las personas como clínex. Y sólo desde la política, con mayúsculas, con soluciones políticas, se podrán afrontar los grandes problemas, ya sean estos locales o mundiales. Eso sí, probablemente con otros políticos y otras políticas. Unas políticas y unos políticos, capaces, que den respuestas ciertas a los grandes retos que tenemos anteponiendo siempre a las personas y midiendo sus actuaciones con criterios de justicia, ejemplaridad y transparencia.

 

La polis ideal de Platón, como la utopía, ha servido de espejo, durante muchos siglos, para ir construyendo el Estado social que tenemos. Un marco de convivencia que ha sido capaz de conciliar los diferentes intereses sociales de las personas y que hoy sufre embates y desequilibrios de parte. Sabemos que ya nada volverá a ser igual, pero podemos evitar la descomposición del Estado social y sus consecuencias. ¡Sí se puede!, si todos tomamos conciencia de que somos mayoría, frente a minorías poderosas, de que las soluciones han de incorporar ante todo el bienestar de las personas, su entorno y la cohesión.

 

Pues, los mercados, el capital, que cada vez tiene menos patria ni corazón (si es que alguna vez lo tuvieron) y sus tecnócratas, poco le importa. Sólo hay que ver el medio ambiente, si no es para hacer negocio, y las personas ya estamos viendo lo que importamos.

 

(*)La reforma del IRPF anunciada por la Comunidad de Madrid supone un ahorro de 3,58 euros a los contribuyentes con rentas inferiores a 12.000 euros anuales, mientras los contribuyentes con rentas superiores a 600.000 euros se ahorrarán 3.177 euros cada uno de media. El 1% de los contribuyentes(29.000) con rendimientos superiores a 150.000 euros, se ahorrarán un 1% más que el 54% del total de contribuyentes (1,6 millones) con rentas inferiores a 21.000 euros.

 

Ocupados, últimos 12 meses= -497.000

Ocupados en lo que va de año= -133.900

Parados en lo que va de año= -60.700

Parados, en los últimos 12 meses= +126.000

 

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